Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo…
Lucas 1, 26-38
La solemnidad del Señor es un anuncio de un signo llamado Cristo. Como todo signo, el significado de tal anuncio tiene que ver con la salvación: «Él salvará al pueblo de sus pecados» (Mt 1:21), con la redención: Él cargó con nuestros pecados y nuestro castigo cayó sobre Él, la víctima sacrificada por nuestros pecados (Is 53:5); Él es el hombre verdadero, el hijo de David, realmente humano desde su gestación, para la que el ángel del Señor pide permiso a la Santísima Virgen. Ese signo tiene que ver también con Jesús como camino – «yo soy el camino» (Jn 14:6). Aunque hay muchos significados, todos ellos remiten a una sola persona: al Dios y hombre verdadero que nace del gran misterio de la salvación: Dios y hombre en una sola persona: Jesús, el hijo de María. Este signo es también un signo de contradicción, puesto para que muchos se levanten y otros se levanten (Lc 2:34)
La dinámica de la anunciación sigue dándose: alguien anuncia este gran signo para que la vida se encamine por otros derroteros: presentamos a Jesús. Hay corazones dispuestos a acoger este anuncio y dejar que se geste en ellos Cristo, hay quienes cierran su corazón, pero no por ello el que anuncia desecha a estos corazones. De ahí la importancia del anuncio explícito, paciente y misericordioso.
[audiotube url=»http://www.youtube.com/watch?v=aGqcJd3yfhk» caption=»CAPTION»]