DIOS NOS ALIENTA

El nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás

2 Corintios 1, 1-7

San Pablo da gracias a Dios a quien llama Padre de misericordia y Dios del consuelo. Y es que la misericordia de Dios se derrama sobre nosotros a través del consuelo que recibimos en nuestra vida, así, podemos afirmar, que el consuelo cristiano es una obra de misericordia porque viene del Dios misericordia y Él es la fuente por la que podemos nosotros ser misericordiosos practicando el consuelo cristiano.

¿En qué consiste tal consuelo? Lo más relevante en el texto es el aliento en nuestras luchas. Es una disposición mediante la cual se infunde ánimos en el que afronta cualquier lucha, pero no como quien da algo suyo, sino como quien comparte algo que a su vez ha recibido: si somos capaces de alentar a otros es porque nosotros mismos hemos recibido el aliento de Dios, dice el apóstol.


Otra forma que aparece implícita es la de la escucha: cuando escuchamos al otro ya estamos alentándole y, si pasamos de la escucha al consejo, plenamente estamos alentando, pues quien nos pide consejo nos pide que compartamos de lo que somos, aquello que hemos recibido, así nos volvemos en palabras de San Pablo, compañeros en el sufrir y también en el buen ánimo.

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